Buen viaje, Don Manuel
Hoy dicen los periódicos que se ha muerto Manuel Alexandre. Hoy es un dÃa triste porque con Alexandre sentimos cómo se muere una parte de nuestro pasado de cinéfilos. Un pasado habitado por seres entrañables, que supieron expresar como nadie la dualidad humana, la mezquindad y la grandeza que coexisten en nuestros pobres corazones. Pepe Isbert, José Luis Ozores, Rafaela Aparicio, Cassen, AgustÃn González, Gracita Morales, Luis Ciges, Antonio Gamero, José Luis López Vázquez, Antonio Garisa, Rafael Alonso,… son sólo algunos de los muchos cómicos (ahora los llaman titiriteros en los periódicos, afeando su imprescindible trabajo) que llenaron el denostado cine español de joyas imperecederas.
Bajo la batuta de Bardem, Berlanga, Ferreri y Azcona crearon una especie de neorrealismo ibérico que conviene revisitar de vez en cuando para llenarse los ojos de maravilla y nostalgia, y que José Luis Cuerda fue capaz de revivir fugazmente en tres o cuatro joyas alucinadas que marcaron nuestros años ochenta.
Manuel Alexandre pudo ser muchos personajes, pero fue siempre Alexandre: un hombre pequeño de voz temblorosa, con una sonrisa abierta que muchas veces se torcÃa en un rictus dolorido ante el embate de una sociedad agresiva que no respetaba a sus hijos. No era un bueno monolÃtico, como esos buenos Robinwillianescos que nos venden los yankies, empalagosos hasta la diabetes. Era un bueno lleno de pequeñas maldades, de esos que caminan por ahÃ, raros pero reales. Por eso lo queremos. Ved sus pelÃculas y no morirá nunca del todo.
Os dejamos unos cortes de “El año de las luces”. Ahora mismo no podrÃa hacer un juicio sobre la pelÃcula. Hace más de veinte años que la vi, y entonces me gustó, aunque en el intervalo he perdido la fe en Fernando Trueba. De todos modos nunca he olvidado el papel de Manuel Alexandre, aquel tipo venido a menos, sometido por su mujer, pero con la cabeza llena de fantasÃas, amante de los clásicos franceses y de los Campos ElÃseos.
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