PoesÃa necesaria
Ha salido en todas las televisiones, todos se apuntan a celebrar su aniversario. Asistimos en nuestros dÃas a la institucionalización del hombre. Miguel Hernández, poeta y pastor, feroz revolucionario, comisario polÃtico en la Guerra Civil, rebelde hasta la muerte, muerto, ya indefenso, utilizado por los polÃticos como coartada cultural. Otra más.
Se podrÃa decir mucho sobre Miguel Hernández, sobre su enorme talento de poeta, o sobre su vida generosa y su muerte tan temprana, comido por la tuberculosis en la carcel de Alicante. Unos dÃas después de su muerte Alejo Carpentier escribÃa unas sentidas notas sobre el poeta:
Miguel Hernández habÃa nacido con el cutis duro y terroso de los campesinos. Ignorante de coqueterÃas, llevaba cortÃsimo un pelo espeso que ningún peine habrÃa sabido domar. Manos anchas, manos de labriego. Miguel no era elegante. PreferÃa a cualquier indumentaria refinada el rudo pantalón de pana de los campesinos, y esas alpargatas levantinas, con ocho cordones negros, que habrÃan de ser el calzado de campaña de los primeros milicianos. Pero dos cosas resultaban inolvidables en el poeta: la limpidez de su mirada clara y el timbre varonil y profundo de su voz.
En un viaje de Miguel Hernández a ParÃs, el propio Alejo aprovechó para grabar uno de sus poemas, en su propia voz, la Canción del Esposo Soldado, que podéis escuchar a continuación:
En cualquier caso, no hay mayor homenaje que leer su obra. Si no lo habéis hecho os recomendamos empezar por la antologÃa de Poemas de amor de Alianza Editorial.
Tristes guerras
si no es amor la empresa.
Tristes, tristes.
Tristes armas
si no son las palabras.
Tristes, tristes.
Tristes hombres
si no mueren de amores.
Tristes, tristes.
En Vimeo hemos encontrado un cortometraje sorprendente: Paseo, de Arturo Ruiz Serrano. Está ubicado en un tiempo indefinido, aunque su estética recuerda la Guerra Civil española. Su protagonista no tiene apellido, pero se llama Miguel, y es poeta. Escuchadlo con atención, porque contiene un anacronismo (acronismo relativo, teniendo en cuenta la intemporalidad buscada por el autor): el poema. Un poema extraordinario de otro poeta muerto, este hace poco. A ver si adivinais de quién es.
Efectivamente, la solución era Mario Benedetti, el gran poeta uruguayo que al final no pudo con su asma. Se murió pero sus libros están ahÃ. Leedlos, que nunca defraudan. Hasta mañana.
Voy a cerrar los ojos en voz baja
voy a meterme a tientas en el sueño.
En este instante el odio no trabaja
para la muerte que es su pobre dueño
la voluntad suspende su latido
y yo me siento lejos, tan pequeño
que a Dios invoco, pero no le pido
nada, con tal de compartir apenas
este universo que hemos conseguido
por las malas y a veces por las buenas.
¿Por qué el mundo soñado no es el mismo
que este mundo de muerte a manos llenas?
Mi pesadilla es siempre el optimismo:
me duermo débil, sueño que soy fuerte,
pero el futuro aguarda. Es un abismo.
No me lo digan cuando me despierte.
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