Entradas ‘poesía’

Vallas que son muros, muros que son grietas

31/ 07/ 11
Noria

Grietas, de Mario Benedetti

Cartel 2011

La verdad es que
grietas
no faltan

así al pasar recuerdo
las que separan a zurdos y diestros
a pequineses y moscovitas
a présbites y miopes
a gendarmes y prostitutas
a optimistas y abstemios
a sacerdortes y aduaneros
a exorcistas y maricones
a baratos e insobornables
a hijos pródigos y detectives
a borges y sábato
a mayúsculas y minúsculas
a pirotécnicos y bomberos
a mujeres y feministas
a aquarianos y taurinos
a profilácticos y revolucionarios
a vírgenes e impotentes
a agnósticos y monaguillos
a inmortales y suicidas
a franceses y no franceses

a corto o a larguísimo plazo
todas son sin embargo
remediables

hay una sola grieta
decididamente profunda
y es la que media entre la maravilla del hombre
y los desmaravilladores

aún es posible saltar de uno a otro borde
pero cuidado
aquí estamos todos
ustedes y nosotros
para ahondarla

señoras y señores
a elegir
a elegir de qué lado
ponen el pie.

Dedicado a Vicente Gotor Santamaría, constructor de muros, y a la Semana Negra de Gijón, foco de cultura e ilusiones.

Hoy no es el Día Mundial del Alzheimer

07/ 05/ 11
Mario Benedetti

Pero hoy, como todos los días, millones de personas en todo el mundo ven cómo la esencia de los que aman se consume, cómo va quedando sólo un caparazón, una sombra de lo que fueron.

Mario era poeta y, siendo aún un niño, conoció a Luz. Los dos iniciaron, como decía Mario, una existencia a dos latidos. Se casaron en el año 1946 y conocieron juntos exilios y regresos. En 2009 Mario murió. Para su desgracia vivió sus últimos años sin Luz, en la oscuridad (de ahora en adelante/aunque comparta el tiempo con cercanos/con los míos de siempre/y pregunte y responda y hasta ría/mi alma estará sola en su guarida/con su resignación involuntaria/rodeada de memorias imborrables/e insomnios invadidos de tristeza). Pero si la memoria de Mario era imborrable, la de Luz era frágil. En uno de sus últimos libros (Canciones del que no canta) Mario escribió una escalofriante poesía, que lleva por título Sentimientos. Unos pocos versos que ayudan a entender el Alzheimer de una forma que ningún tratado de Neurología conseguirá jamás.

Sentimientos

Estuvimos tan juntos tanto tiempo
mirándonos, sintiéndonos, buscándonos
viajando por el mundo como intrusos
o como galernas / o como canoas
cada uno en su sueño / o ambos en el mismo /
si las guerras / las patrañas / los crueles
nos separaban obligatoriamente
la nostalgia se metía en los insomnios
y era duro vivir en soledad

fueron 60 años de saber y tenernos
en los silencios como en los abrazos
en los contactos o en la lejanía
creando las congojas y el amor
partiendo de la infancia
en que nos descubrimos /
de la adolescencia
en que nos enlazamos /
y de los otros tiempos y otros años
en que nuestros pasos iban al unísono

nunca hubo razones para pensar finales
qué azar podría quitarnos ese premio
ese vivir en paz a dos latidos
y sin embargo / pese a todo
apareció el alzheimer / esa enfermedad
misteriosa / tan maldita que me la
quitó sin más de entre los brazos
la cambió en otra imagen / otra voz
otro cuerpo / otras manos

y cuando algunas veces pocas veces
ella hoy me mira con los ojos cerrados
vaya a saber qué cosas me pregunta
que yo / desde mi nada / no respondo

la memoria me arrima lo que puede
lo que no se gastó con la costumbre
y el corazón octogenario
y el marcapasos ayudante
aprende a estar tristes

Canciones del que no canta. Mario Benedetti, 2007

Poesía necesaria

23/ 04/ 10
Miguel Hernández

Ha salido en todas las televisiones, todos se apuntan a celebrar su aniversario. Asistimos en nuestros días a la institucionalización del hombre. Miguel Hernández, poeta y pastor, feroz revolucionario, comisario político en la Guerra Civil, rebelde hasta la muerte, muerto, ya indefenso, utilizado por los políticos como coartada cultural. Otra más.

Se podría decir mucho sobre Miguel Hernández, sobre su enorme talento de poeta, o sobre su vida generosa y su muerte tan temprana, comido por la tuberculosis en la carcel de Alicante. Unos días después de su muerte Alejo Carpentier escribía unas sentidas notas sobre el poeta:

Miguel Hernández había nacido con el cutis duro y terroso de los campesinos. Ignorante de coqueterías, llevaba cortísimo un pelo espeso que ningún peine habría sabido domar. Manos anchas, manos de labriego. Miguel no era elegante. Prefería a cualquier indumentaria refinada el rudo pantalón de pana de los campesinos, y esas alpargatas levantinas, con ocho cordones negros, que habrían de ser el calzado de campaña de los primeros milicianos. Pero dos cosas resultaban inolvidables en el poeta: la limpidez de su mirada clara y el timbre varonil y profundo de su voz.

En un viaje de Miguel Hernández a París, el propio Alejo aprovechó para grabar uno de sus poemas, en su propia voz, la Canción del Esposo Soldado, que podéis escuchar a continuación:

En cualquier caso, no hay mayor homenaje que leer su obra. Si no lo habéis hecho os recomendamos empezar por la antología de Poemas de amor de Alianza Editorial.

Tristes guerras
si no es amor la empresa.
Tristes, tristes.

Tristes armas
si no son las palabras.
Tristes, tristes.

Tristes hombres
si no mueren de amores.
Tristes, tristes.

En Vimeo hemos encontrado un cortometraje sorprendente: Paseo, de Arturo Ruiz Serrano. Está ubicado en un tiempo indefinido, aunque su estética recuerda la Guerra Civil española. Su protagonista no tiene apellido, pero se llama Miguel, y es poeta. Escuchadlo con atención, porque contiene un anacronismo (acronismo relativo, teniendo en cuenta la intemporalidad buscada por el autor): el poema. Un poema extraordinario de otro poeta muerto, este hace poco. A ver si adivinais de quién es.

Efectivamente, la solución era Mario Benedetti, el gran poeta uruguayo que al final no pudo con su asma. Se murió pero sus libros están ahí. Leedlos, que nunca defraudan. Hasta mañana.

Voy a cerrar los ojos en voz baja
voy a meterme a tientas en el sueño.
En este instante el odio no trabaja
para la muerte que es su pobre dueño
la voluntad suspende su latido
y yo me siento lejos, tan pequeño

que a Dios invoco, pero no le pido
nada, con tal de compartir apenas
este universo que hemos conseguido

por las malas y a veces por las buenas.
¿Por qué el mundo soñado no es el mismo
que este mundo de muerte a manos llenas?

Mi pesadilla es siempre el optimismo:
me duermo débil, sueño que soy fuerte,
pero el futuro aguarda. Es un abismo.

No me lo digan cuando me despierte.