Reset, por Mercedes Vega
8:31 AM: Ahora estoy completamente despierto
8:45 AM: YA ESTOY, despierto
9:06 AM: Ahora estoy perfecta, abrumadoramente despierto
9:16 AM: Esta es la primera vez que estoy despierto en mi vida a pesar de lo que ponga arriba
9:34 AM: Ahora estoy despierto de verdad por primera vez
Éste es un fragmento del diario de Clive Wearing, un eminente pianista, director de orquesta y musicólogo inglés que, tras verse afectado por una encefalitis por herpes simple en 1985, sufre uno de los casos de amnesia más devastadores jamás conocido.
Clive presenta una amnesia anterógrada total, es decir, es incapaz de consolidar nuevos recuerdos. Puede mantener algo en su memoria durante un breve lapso de tiempo –alrededor de 30 segundos-, pero después de esto su conciencia se “resetea” y todo se le antoja nuevo otra vez. Así, Clive se pasa todo el día despertando a una realidad cambiante y fragmentada que no acaba de comprender. Su esposa Deborah –que en 2005 publicó el libro “Forever today” relatando el caso de su marido- lo describe así:
“Su habilidad para percibir lo que ve y oye parece intacta. Sin embargo, no parece capaz de retener la impresión de nada por más de un parpadeo. De hecho, es como si, cada vez que parpadea, se revelara ante sus ojos una escena completamente nueva. La escena anterior al parpadeo ha sido olvidada para siempre (…). Me imagino que, para él, debe ser como esas películas sin continuidad en las que un vaso está medio vacío y en la siguiente escena está medio lleno, el cigarrillo de pronto es más largo, el pelo del actor está revuelto y al segundo perfectamente peinado.”
Además de ser incapaz de formar nuevos recuerdos, Clive también presenta una grave amnesia retrógrada, lo que significa que ha olvidado prácticamente todo su pasado. Lo curioso del caso es que hay dos aspectos, y sólo dos, que conserva intactos: la existencia y la identidad de su esposa –es la única persona de su pasado a la que reconoce- y sus habilidades musicales. De este modo, cuando Clive –que antes de su enfermedad trabajaba como músico para la BBC Radio 3- se sienta delante de un piano y una partitura, es capaz de ejecutar cualquier pieza con gran maestría. A los pocos segundos de terminar, si se le pide que toque otra pieza, dice “No sé tocar el piano, nunca he tocado uno de estos en mi vida”. Esto se debe a que Wearing parece preservar intacta su memoria implícita, y más concretamente su memoria procedimental o no declarativa, es decir, el recuerdo de “cómo se hacen las cosas”. Ejemplos de este tipo de memoria serían el atarnos los cordones o andar en bicicleta, habilidades que adquirimos en el pasado y que ahora simplemente recuperamos de forma automática, sin esfuerzo y sin tener que remontarnos al momento de nuestras vidas en que las adquirimos.
Del mismo modo, Clive también es capaz de adquirir conocimientos de forma implícita aunque no sea consciente de que dispone de esos conocimientos. Por ejemplo, cuenta su mujer que, aunque Clive no es capaz de describir la residencia en la que vive ni sabe dónde está situada, se desabrocha el cinturón de seguridad del coche cuando están llegando. También sabe moverse sólo por la residencia demostrando que se ha aprendido la distribución espacial de las diferentes salas –aunque, si se le pregunta, asegura que es la primera vez que está en ese edificio-. Esto es común en otros amnésicos, y ocurre cuando las áreas de las que depende la memoria explícita (la que nos permite adquirir y recuperar información sobre el mundo y sobre acontecimientos de nuestra vida personal) se ven afectadas mientras que aquellas involucradas en la memoria implícita quedan ilesas.
En 1986 se emitió un documental sobre el caso de Clive con el título de “Prisionero de la conciencia”. A continuación os dejamos otro, producido en 2005 por una cadena británica, que se titula “El hombre con 7 segundos de memoria”. En él se nos muestran más detalles sobre la vida diaria de Clive y su esposa, su intento por juntar las piezas de una realidad que se le muestra inconexa y los diferentes estados de ánimo que atraviesa en esta lucha, que van desde la desesperación y la rabia hasta la jovialidad, pasando por momentos de gran confusión e incluso amargos instantes de lucidez. Es un poco largo, pero no tiene desperdicio si queréis ver cómo vive alguien que lleva 25 años despertándose cada 20 segundos a un mundo totalmente nuevo rodeado de personas desconocidas.
También os dejamos un enlace a un artículo que Oliver Sacks escribió sobre este caso para la revista “The New Yorker” titulado “The Abyss”.
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