The Mountain
La tormenta de arena llegó a la isla de madrugada. Terje Sorgjerd escupía los granos que le llenaban la boca. A pesar de llevar gafas casi no podía abrir los ojos. Una funda para la lluvia protegía la mayor parte de su cámara, pero tenía miedo de que el objetivo acabara rayándose. Con los ojos entrecerrados miró hacia el cielo y sólo pudo ver una nube de arena. Había viajado desde Noruega para grabar el cielo de la isla de Tenerife, y sólo le quedaban dos noches antes de volver. Ya había estado otras veces en la isla, pero este proyecto era especial. Quería hacer un Time-Lapse, una sucesión de cientos de fotografías que colocadas una detrás de otra dieran la impresión de ser un video grabado en tiempo real. Cargado con su Canon 5D, cuatro objetivos, filtros, trípodes, grúa y raíles había subido a la falda del Teide hasta encontrar un sitio perfecto. Para poder ver las estrellas con claridad las fotografías necesitarían un gran tiempo de exposición, para capturar puntos tan débiles de luz. El viento y la arena habían estropeado su plan. No era capaz de ver ninguna estrella en el cielo. Sólo las luces amarillas de la isla vecina Gran Canaria se abrían paso a través de la tormenta.
La toma estaba perdida. La máquina sacaba varias fotos por minuto, y estaba programada para seguir así durante cinco horas si él no la paraba. Decidió recoger el campamento, pero fuera de su tienda el viento soplaba muy fuerte. Eran las 4 de la mañana. Mejor dejarla, al día siguiente vería si quedaba algo aprovechable. Se metió en su saco de dormir y descansó durante unas horas. Al día siguiente no se acordaría, pero aquella noche había soñado con el oceáno Ártico, con los días en los que el sol apenas se eleva sobre el horizonte antes de volver a esconderse.
Por la mañana el cielo estaba despejado. Al llegar al Hotel miró las fotografías. No podía creer lo que veía en la pantalla de su ordenador. La Vía Láctea se veía a través de la arena, y las luces de Gran Canaria convertían la tormenta en un mar de nubes doradas. En su habitación sonaba “Nuvole bianche”, una hermosa pieza compuesta por su amigo Ludovico Einaudi. Sonrió mientras miraba por la ventana. Sería mejor si hubiera sido “nuvole gialle”, pero le valdría para el video. Cogió su equipo y salió del hotel, tenía mucho que fotografiar todavía.
Deja un comentario