Godfrey Hounsfield y el EMI Scanner Episodio Final: 1979
10 de Diciembre de 1979, Ayuntamiento de Estocolmo
“Inventas vitam juvat excoluisse per artes”. Godfrey pasaba sus dedos sobre la inscripción de la medalla. Necesitaba un rato de descanso. Un minuto sin protocolo, felicitaciones o apretones de manos. Hounsfield estaba muy orgulloso de sus inventos, particularmente del EMI Scanner. Le hacÃa feliz ver cómo los radiólogos u otros médicos disfrutaban con las imágenes del TAC. Sin embargo se sentÃa muy incómodo cuando los halagos iban dirigidos hacia él. Nunca habÃa sido vanidoso. Que un rey de Suecia le entregase un premio Nobel y miles de personas le aplaudiesen como a una estrella de rock era más de lo que un hombre sencillo como Godfrey Hounsfield era capaz de asimilar. Estaba desbordado por emociones contradictorias.
Le habrÃa gustado compartir el premio con su amigo Ambrose. Hounsfield sabÃa que si habÃan conseguido llevar a cabo la comercialización del scanner era en gran parte gracias a la difusión que James habÃa realizado entre los radiólogos de todo el mundo. Juntos habÃan disfrutado en el proceso de diseño de las primeras máquinas. Los consejos de Ambrose habÃan sido imprescindibles en el desarrollo del scanner, y Godfrey lamentaba profundamente que no se le hubiera reconocido en el premio. Recordó una tarde casi 10 años atrás, el dÃa que conoció a Ambrose. Godfrey buscaba la colaboración de un radiólogo para el desarrollo del scanner. Varios especialistas le dieron largas y probablemente lo tomaron por un loco. HabÃa pensado que el encuentro con Ambrose terminarÃa con el mismo resultado, no parecÃa interesado. Pero algo debió de hacer cambiar de opinión al radiólogo en el último momento. James le pidió a Godfrey que le acompañara a su despacho del Hospital Atkinson’s Morley sin explicarle la razón. Cuando llegaron, Ambrose le dio a Hounsfield una caja muy pesada que contenÃa un cerebro humano con un tumor. Se lo alargó a Godfrey y le dijo: “demuéstrame que puedes hacer lo que dices”.
Al dÃa siguiente Godfrey se presentó radiante en el Servicio de RadiologÃa preguntando por James Ambrose. Cuando el radiólogo vio la fotografÃa del scanner miró a Hounsfield sin poder articular palabra. Era una revolución. Y Hounsfield no se habÃa dado cuenta de la verdadera trascendencia de su invento hasta que conoció a Ambrose. Aquellos habÃan sido los mejores años.
Miró hacia los premiados. Poco a poco se fue acercando a ellos, completamente distraÃdo. Se quedó mirando a Arthur Lewis, que también estaba un poco apartado del grupo principal. Estaba sentado en un banco del Salón Azul, mientras un coro cantaba una pieza que Godfrey no conocÃa. El ganador del premio Nobel de EconomÃa era un hombre simpático de unos sesenta y tantos años que daba clases de EconomÃa en Princeton. Hounsfield estaba sorprendido por el hecho de que fuera negro, algo que seguro que habÃa supuesto una enorme dificultad en el mundo universitario de aquella época. Arthur era británico, aunque habÃa nacido en Santa LucÃa (por aquél entonces colonia británica). HacÃa unos años habÃa sido nombrado caballero. Llegó a su lado y le saludó. Arthur lo miró con unos ojos pequeños escondidos detrás de unas gruesas gafas negras. Le sonrió amablemente.
-¿Asà que usted es que el genio que ha inventado el scanner?
-Eso dice ese señor con corona- dijo Hounsfield señalando al Rey Carlos Gustavo. -Usted debe ser el economista de los pobres.
Sir Arthur soltó una carcajada. -SÃ, ese debo ser yo. No creo que haya muchos por aquà con esa profesión tan rentable.-Arthur Lewis miraba la caja donde guardaba la medalla, el diploma que les habÃan entregado en la ceremonia. Sacó la medalla y se la colgó. -Sabe, tengo un amigo al que le han realizado un scanner esta semana.-
-Vaya, espero que no sea nada grave- Godfrey supo por la expresión del economista que la cosa no pintaba muy bien.
-Le han dicho que tiene un cáncer de pulmón. Creo que es pequeño y que pueden operarlo. En las radiografÃas no lo tenÃan claro, algunos radiólogos pensaban que era una tuberculosis, pero no se ponÃan de acuerdo. Le hicieron un scanner y ahora les parece un cáncer.- Arthur miraba a Godfrey, que no sabÃa qué decir.- Dentro de algún tiempo, cuando alguien estudie la economÃa en los paÃses en vÃas de desarrollo estudiarán mi trabajo. En algunas universidades se hablará de mÃ, y a lo mejor una de mis aportaciones conseguirá mejorar la vida de algunas personas. Yo no se cuál será mi lugar en la Historia, la verdad. Lo que sà que se es que su invento, señor Hounsfield, cambiará la vida de mucha gente. Ha conseguido usted que veamos el interior del cuerpo humano sin necesidad de abrirlo en una mesa de quirófano. No se qué clase de cerebro debe de tener usted para que pudiera inventar semejante aparato, pero está claro que la inscripción de esa medalla habla de usted.- Lewis señaló con el dedo.
Godfrey se fijó en que su medalla era diferente de la de Lewis. Aunque la cara de Alfred Nobel aparecÃa en ambas medallas el reverso era diferente. En la de Arthur estaba representaba una estrella en su parte central, con rayos saliendo de ella de forma radial. La de Godfrey en cambio mostraba una figura clásica sujetando un niño con una mano, mientras con la otra recogÃa agua de una roca. Las inscripciones también eran diferentes.
-Es de la Eneida, de Virgilio- Arthur señaló la inscripción de la medalla de Hounsfield.- “Inventas vitam juvat excoluisse per artes”. No soy un experto en latÃn, pero creo que el pasaje viene a decir “aquellos que mejoran la vida en la Tierra con sus inventos”.
Godfrey se quedó pensativo. HabÃa mucha gente que habÃa trabajado con él en aquel proyecto. Cómo le hubiera gustado compartirlo con ellos. Sin darse cuenta empezó a pensar en los planos que le envió un amigo suyo de General Electrics. Arthur siguió hablando, pero Hounsfield sólo le dedicaba una pequeña parte de su capacidad de atención, estaba pensando en cómo aplicar una espiral al movimiento del cabezal. Quizá asà podrÃa disminuir el tiempo de adquisición sin producir demasiados artefactos…
EpÃlogo
Estos cuatro artÃculos sobre la vida de Godfrey Hounsfield son relatos de ficción, aunque están basados en la vida real del ingeniero británico. Esperamos que hayáis disfrutado de nuestro pequeño homenaje a este hombre extraordinario, y a una época de pioneros de la radiologÃa en general, y de la neurorradiologÃa en particular. Aquà os dejamos parte de la bibliografÃa utilizada por si estáis interesados, y un increÃble documental sobre los primeros años del scanner.
Obituaries: Sir Godfrey Hounsfield
Nobel Lecture, 8 December, 1979, by Godfrey Hounsfield
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