Tocando el viento
Supongo que pocos la habréis visto. Es una pelÃcula inglesa perteneciente a aquella ola de cine social que tuvo un éxito fugaz en los años 90. La trama se desarrolla en el Norte de Inglaterra, en medio de la brutal reconversión industrial Thatcheriana que dejó en la calle a cientos de miles de mineros, acabó con la clase trabajadora e inició la demolición del estado del bienestar, conduciéndonos de paso al pozo en el que nos encontramos. Para generaciones de personas que se habÃan formado en la cultura del trabajo, la pérdida del empleo no suponÃa sólamente la pérdida de su fuente de ingresos (paliada, al menos temporalmente, por el subsidio del paro, o por trabajos alternativos sin cualificación) sino, y sobre todo, la pérdida de su dignidad.
El sistema neoliberal no quiere personas, quiere esclavos, peones que se puedan mover y recolocar a voluntad. En Tocando el viento el gobierno, tras un largo simulacro de negociaciones, decide cerrar la mina donde trabajaban los protagonistas. Uno de ellos, Danny, director de la banda de música local, cree que la música, el virtuosismo, los puede proteger, preservar su dignidad ante los embates del capital. Pero no puede. Justo cuando recibe el premio a la Mejor Banda de Inglaterra se da cuenta de que, mientras tocaban y los elogiaban por ello, burócratas sin corazón y sin cerebro movÃan las fichas humanas, ellos mismos, convirtiendo a trabajadores honestos, amantes de su trabajo, capaces de luchar por él, en peleles sin ilusión.
Para Lorena.
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